"No quiero ser esclava de mis pasiones, quiero vivirlas, sentirlas, disfrutarlas"

viernes, 22 de junio de 2012

Cita con el dentista





    He pedido la última hora, tengo trabajo acumulado y no terminaré temprano, siempre voy corriendo, al menos aquí se aparca bien.

    Pico al timbre, la enfermera me abre y me envía a la sala de espera tras comprobar la cita. Entro en la habitación, sólo hay dos pacientes más, una señora mayor con el pelo grasoso y aplastado en un lado como si acabara de despedirse de Morfeo y una mujer con su hija, la niña lleva una ortodoncia, sobre unos dientes sobresalientes.

    Es la primera vez que pido visita en esta consulta dental, lo he hecho porque me coge de camino a casa, aunque esa es una excusa pobre, sinceramente lo he hecho porque coincido algunas noches cuando me quedo a hacer horas extras en la oficina en el semáforo que hay frente al consultorio, mientras yo espero el verde el Dr. y la enfermera bajan la persiana, el Doctor es alto y atractivo, sus canas ralas me han cautivado, es un macho alpha los distingo a la legua, los machos alpha me pierden.

    Mientras hago como que ojeo una revista, mi mente lujuriosa viaja al bulto del pantalón del doctor, me acabo de mojar, noto esa caliente humedad en mi vulva.

    La enfermera abre la puerta y llama a la madre con su hija, me estoy impacientando y eso que no me duele nada, he pedido la cita para una revisión ordinaria, aunque otra vez es una excusa, la he pedido para ver de cerca al doctor, o en todo caso, si me atrevo, para hacerle una revisión yo a él.

    Me he preparado para la ocasión, llevo un vestido de punto color gris marengo abotonado por delante de arriba a abajo, medias con liguero, ropa interior negra con blondas y encajes, mi perfume favorito Wish, y mis tacones, no sería nada sin mis tacones, cuando me siento abatida siempre puedo aferrarme a ellos y a la seguridad que me brindan.

    Por fin la enfermera entra y llama a la anciana, ahora estoy sola en la sala, sin darme cuenta he empezado a acariciarme los pechos, sería capaz de masturbarme aquí mismo, decido desabrocharme un botón más en cada extremo del vestido, me quito el sujetador y lo meto rápidamente en el bolso, mis pezones han reaccionado a las caricias y ahora lucen erguidos como puntas de lanza, mi mano se desliza al sur de mi cuerpo, noto esa humedad caliente y empiezo a imaginarme el miembro del Doctor.

    Cojo otra revista de una mesilla esquinera y me cambio de asiento para colocarme detrás de la puerta, me siento y cojo la revista abierta con la mano izquierda para disimular si se tercia y me chupo los dedos índice y corazón, no sólo los chupo sino que los lleno de saliva y acto seguido meto la mano por la abertura del vestido, con el anular y el meñique separo el tanga y dejo que los dedos empapados pasen por encima de mi clítoris, suavemente..., cierro los ojos e imagino que es la boca del médico deslizándose.... me acaricio y pienso en su lengua ensortijándose en mi bultito y en sus negros ojos mirándome, sin darme cuenta he empezado a jadear.

    La puerta se abre de golpe sobresaltándome, doy un salto girándome de espaldas para recomponer la ropa mientras me cuelgo el bolso, la enfermera me indica que ya puedo pasar, el Dr. Gómez me espera de pie en la entrada, va con camisa y pantalón de algodón verde hospital, tiene el pecho peludo como corresponde a un macho alpha, el vello le asoma por el escote en V de la camisa, se está poniendo unos guantes de látex y lleva una mascarilla, así que no acierto a verle bien la cara, me saluda y el timbre de su voz es divino, encantador.

   _Ya puede pasar y sentarse Srta..... en ese momento se gira para mirar la ficha que le ha pasado la enfermera.

   _Alicia, me llamo Alicia_Respondo nerviosa.

   _Túmbese que le pasa_Me dice esta vez si mirándome de arriba a abajo.
  
   _Solo he venido para una revisión, noto alguna molestia en la parte inferior._ Le digo y se me escapa una sonrisa pícara y fugaz pensando en que parte inferior me gustaría que me revisara.

    No deja de mirarme embelesado, así que pienso que ya ha reparado en mis pechos puntiagudos.

    Me tumbo en el sillón, él se sienta al lado en una pequeña silla con respaldo bajo y con ruedas, empieza a manejar el sillón ergonómico arriba y abajo hasta alcanzar una altura que parece que tiene ya muy estudiada, me coloca una especie de babero de papel y al hacerlo roza con sus antebrazos las puntas de mis pezones, tiene que haberlos notado, están que se salen de las aureolas, no se si ha sido intencionado o fortuito pero es este momento ya no me importa, lo siento tan cerca, noto su respiración en mi cara, enciende el foco y me ordena que abra la boca, me doy cuenta de que en vez de los dientes me mira los pechos por debajo de su fina montura de metal.

    La enfermera entra y le dice que si no tiene nada más para ella que se marcha a casa. Muy bien puedes irte, cierra con llave al salir._Le indica el Dr.

    Ahora sé que estamos solos, así que no me lo pienso dos veces y dejo caer mi brazo rozando el bulto henchido de su pantalón, él se sobresalta un poco, le envío una mirada ardiente, de zorrita, su frente brilla a la luz del foco, ha roto a sudar, está nervioso, sabe que no debe mezclar sexo y trabajo.

    El Dr. se queda inmóvil unos segundos, se baja la mascarilla y sonríe dejando a la vista una hilera de dientes blancos e inmaculados y piensa...

    Esta mujer tiene la boca muy bien, no parece que haya venido realmente por una consulta dental, su mente fantasea y empieza a imaginársela desnuda. Se imagina la turgencia y redondez de sus pechos, la mujer le ha rozado el miembro pero no sabe si se le está insinuando o ha sido sin querer. No está bien, no debo hacerlo, mejor que piense en tía Bernarda, que es un dechado de virtudes pero es la antítesis de la sensualidad, la viva estampa de la antilujuria, traerla a mi cabeza relajará a la bestia.

    Me remuevo en el asiento nerviosa, el Doctor me dice que no tengo nada, que tengo la boca estupenda, mientras me habla estiro un dedo y lo paso por el pantalón, sin disimulo esta vez, mirándole a los ojos, le rozo de arriba a abajo el visible bulto, quizá nunca lo hubiera hecho pero saber que estamos solos me ha envalentonado. Ahora el Doctor no se sorprende, la que me sorprendo soy yo pues de un brusco movimiento empuja la mesita auxiliar de los instrumentos y se abalanza sobre mí buscándome la boca. Con una mano me coge por la nuca y me morrea ansioso, mientras con la otra acaricia mis pechos con firmeza, al instante su mano investiga a través de la abertura del vestido, intento incorporarme pero no me lo permite, y empieza a desabrocharme de uno en uno los botones mientras me mira a la cara, encuentra mis pechos y se los come y los chupa y los absorbe, mientras yo intento sin éxito desatar la cuerdecita blanca de su pantalón.

    Besa mi piercing del ombligo y con la lengua en punta baja por la línea alba hacia el monte de venus, mientras sus manos siguen tocando mis pechos amasándolos. Estoy que me fundo, me retuerzo en el sillón, deseo su lengua en mi clítoris, me concede el deseo, parece cosa de telepatía, pero lo hace por encima de la ropa interior lo que me pone aún más caliente. Al fin consigo desatar el pantalón que le cae al suelo, mostrándome un boxer negro con una forma henchida que acaricio ansiosa. Le bajo el calzón y lo dejo anclado por debajo de sus huevos, apuntando hacia mí una magnífica y corpulenta polla, es hermosa, le paso la lengua por el derecho y por el revés, chupándole los huevos, la meto en mi boca, la saboreo, empujo al máximo la polla hasta el fondo de mi garganta y noto como va creciendo entre mis labios, con movimientos rítmicos y profundos sigo chupándole y mirándole a los ojos, quiero que vea mi deleite ante tal maravilla, quiero que sienta mi deseo, la punta de su miembro expulsa ahora unas gotitas transparentes, ummm, exquisitas, dulce manjar, además de ser una señal inequívoca de que le proporciono placer.

    Esta mujer....lo que me está haciendo, que bien me la chupa, como me mira mientras lo hace, es una loba, seguro que se lo come todo, está cachondísima, como será su coñito, quiero comérmelo...ummm, tía Bernarda fuera de mi cabeza ya no te necesito.

    El médico se aparta en el límite y con la mano me empuja suavemente para tumbarme, relájate no te haré daño me dice, si hace falta te anestesio comenta bromeando. Me aparta el tanga negro de encaje y deja a la vista mi rajita depilada, el foco ilumina las babas en la línea de unión de mis labios, con el primer lengüetazo los abre suavemente y descubre mi clítoris hinchado y receptivo. Lo lame sin parar hasta que me deshago en gemidos. Me introduce un dedo suavemente, luego dos, mientras su lengua hace barridos en mi bultito, me estoy desintegrando, licuándome en sus labios.

    Ya no puedo más voy a correrme en cualquier momento.

    _Penétrame, hazme tuya, reviéntame_ le digo.

    _Ahora mismo._responde él.

    Le arranco la polla de las manos meneándosela y la meto otra vez en mi boca, la chupo ansiona pues quiero que esté bien dura y en un minuto lo consigo.

    Me coloco a cuatro patas en el sillón y él le da al mando para dejarlo a la altura óptima.    Me penetra hasta el fondo de una sola embestida, para a continuación sacarla y meterla varias veces más suavemente, empujo hacia él, quiero más mucho más. Su polla entra dulcemente ahora, el terreno es húmedo y resbaladizo, deliciosamente cálido, me da fuerte, más y más y a cada envite todo mi cuerpo acude al encuentro.

    Ya no quiero resistirme más, así que me dejo ir, con un largo gemido llega mi orgasmo, noto cada contracción de mi vagina, un calambre de gloria recorre mi cuerpo, jadeo, disfruto, lo vivo. Dame más le digo, más fuerte.


   _No puedo más, me voy.

    Al oír estas palabras me doy la vuelta rápidamente en el sillón y llego a tiempo antes de que eyacule sobre mi, ágilmente le cojo el pene llevándomelo a la boca en el instante en que empieza a correrse, la noto latir en mis manos y en seguida el maravilloso y níveo líquido inunda mi boca, el Dr. Gómez cierra los ojos, estira la cabeza hacia atrás y gime, yo saboreo su orgasmo, succiono cada gota, mi lengua juguetona lame cada milímetro de su miembro, es una sensación de placer absoluto.

    Pasado un minuto, empezamos a recomponernos y nos vestimos, él está muy ridículo con los pantalones arrugados en los tobillos, se viste en silencio, al ponerse las gafas en su posición original parece que la dignidad ha vuelto a él y le oigo comentar.

    _Buenísimo, me estrecha la mano y me dice con una sonrisa en los labios.

    _Srta. Alicia, vuelva la semana que viene a esta hora, es Ud. muy golosa y hay que controlar esas caries.

    _No lo dude aquí estaré.





3 comentarios:

  1. Chica como me has puesto leyendo.

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  2. Me ha gustado mucho.Me ha puesto a 100.Se me han erizado los pelos de mi cuerpo.Envidia de dentista.Un saludo.

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  3. Me encanta todo de ti, tus deseos y tu racional cambio de divisas, solo una cosa juega más con nuestro deseo

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