"No quiero ser esclava de mis pasiones, quiero vivirlas, sentirlas, disfrutarlas"

sábado, 30 de junio de 2012

Admirador Alemán



   Hace pocos días me decidí a compartir mis orgasmos con vosotros, tengo esa edad en la que no me importa lo que piensen los demás. Al hacerlo desvelo una parte de mi, de lo más íntimo y estoy encantada de ser la musa de vuestras pajas.
  Tengo pocas visitas aún, la cantidad de información que te dan las herramientas del blog me informa que tengo un admirador alemán, por tí añadí el traductor, por ese alguien que entra todos los días en mis polvos en secreto, en silencio.
  Estimado Sr. o Sra. Teutón/a:
  Anímese a comentar, para mi son caricias en mi cuerpo, escribo por el placer de hacerlo y esa emoción es lo único que me importa, pero son vitaminas para el numen resarcir un poco nuestro ego.

  Gracias por leerme.





jueves, 28 de junio de 2012

Tentación




  Tengo un vecino empresario, o comercial, quizá profesor, la verdad es que no sé a que se dedica, el caso es que cada mañana sale con traje, corbata y un grueso maletín. Nos encontramos a las siete y cuarenta en el rellano y en el ascensor, más bien creo que está apostado tras la puerta y en cuanto oye girar mi llave en la cerradura, él hace lo mismo con la suya, da igual que salga unos minutos antes, o que espere hasta menos diez, siempre coincidimos.
  Sale duchado y afeitado, huele a jabón a ropa limpia y a una fragancia que me tiene hipnotizada, tanto que he ido expresamente a una perfumería a oler todo el muestrario de aromas masculinos hasta que he salido embriagada sin saber cual era la suya, huele como a vainilla, con un matiz a fruto exótico, a naturaleza exuberante y salvaje, me provoca, es irresistible y me invita a acercar mi nariz a su cuello. No me importaría en absoluto tener un flirteo con mi vecino, es atractivo y varonil, su cuerpo es proporcionado y tiene un flequillo ondulado que me recuerda a Ken el novio de Barbie.
  Hoy como cada mañana al girar la llave he escuchado el crujir de la suya, como cada mañana nos saludamos cordialmente.
_Buenos días.
_Buenos días.
  Somos los únicos vecinos del ático de un bloque de seis pisos, así que el viaje en silencio resulta incómodo, a veces hablamos del tiempo o de otro tema casual pero lo normal es que bajemos en silencio, y otra vez ese penetrante olor entra por mi nariz y llega hasta mi cerebro bloqueándolo, anulándolo. Sin saber como, sin darme cuenta me he acercado demasiado, debía tener los ojos cerrados pues no recuerdo nada, he apoyado una mano en su pecho y al segundo nos estábamos besando, mientras me besa se ladea un poco y para el ascensor, deja caer el maletín con un sonoro golpe y ambas manos van directas a mi culo, me lo agarra y lo menea con movimientos firmes y diestros, amasándolo y apretujándome contra él, contra su cuerpo, contra su miembro, su perfume me habla, me invita, es como si diera órdenes muy precisas a mi cabeza, chúpale, lámele, cómetelo, me agacho y le abro la bragueta del pantalón, sin ser consciente como si fuese una marioneta que alguien mueve con sus hilos, le saco el miembro de los calzoncillos y empiezo a lamerlo por todas partes, milímetro a milímetro, y ese olor....ummmm, aquí es todavía más penetrante, me vuelve loba, carnívora, así que le cojo la polla fuerte con mi mano y empiezo a chuparla con devoción, metiéndola hasta el fondo de mi garganta, más rápido cada vez, más mojada, más dura, muy muy dura y suelta un gemido reprimido a medias y acto seguido le viene e inunda mi boca y salpica en mis ojos y en mis labios y en mis mejillas y me ha llegado hasta los pechos.
  Abre apresurado el maletín del suelo buscando un pañuelo, me lo da y mientras me limpio empiezo a salir del aturdimiento, estoy como ebria, no se que hago de rodillas en el piso del ascensor empapada en semen, si al menos hubiera sido consciente.....
  En su maletín abierto se amontonan una colección de vibradores, lencería fina y otros artilugios eróticos, ante mi cara de sorpresa me dice:
_Soy representante de artículos para sex shop.
  Toma te regalo este perfume, se llama Tentación, este es de mujer, está teniendo mucho éxito, el que lo huele se siente irresistiblemente atraído por el que lo lleva, en concreto el efecto que produce....
  Pum, pum, pum, tres golpes en la puerta metálica del ascensor en otro piso le interrumpen y no termina de explicarme, es algún vecino que no quiere bajar a pié, lo guarda todo nervioso, cierra el maletín y pica abajo al portal, yo estoy en una nube, ni siquiera le he dado las gracias por el perfume.
  Durante el día alterno el sopor con la lucidez y por la noche creo sospechar que es lo que me ha pasado.
  Después de la jornada laboral, ya en casa abro el estilizado bote de cristal y lo huelo, es diferente al suyo, una fragancia de sándalo con matices de raíz, de musgo, de bosque húmedo, me pongo un poco detrás de las orejas, pero no noto ningún efecto.
  Cuando llega mi marido se acerca a mi a darme el beso de saludo, siempre nos damos un piquito pero esta vez, después de decirme que bien hueles se ha puesto a lamerme tras las orejas y cuando le he preguntado como es que venía tan fogoso me he dado cuenta de que estaba afectado por el perfume.
  Guardo la valiosa botella de cristal y ya está mi mente lujuriosa pensando en los múltiples usos que voy a darle a esta Tentación. Me imagino untándome el cuerpo entero y subiendo a un metro atestado, o saliendo a cenar con ese primo mío que tanto me gusta y siempre me ha rechazado.  ¡¡Calla cabeza no me des ideas no ves que estoy apunto de cometer una felonía!!


Continuará...........

lunes, 25 de junio de 2012

La puerta de atrás




  

   Toc,toc,toc.
  Cuando le abro la puerta siempre entra despacio, no tiene prisa, un hombre sabe a dónde va, y también a lo que va. Entra, cierro la puerta con llave y ya siento subir la temperatura. Entonces nos abrazamos, nos estrechamos, nos apretamos cuerpo con cuerpo y eso es el principio del orgasmo, el suyo y el mío, fuerte, envolvente, posesivo. Empiezo a jadear suavemente mientras siento la presión de su polla en mi sexo, me agarra por las caderas y me aprieta contra él, contra su polla, es difícil romper ese abrazo, pero debemos ir al dormitorio, es un imperativo, si no vamos, siempre acabamos chocando y rompiendo algo.
   El dormitorio es nuestra celda acolchada, donde podemos dar rienda suelta a la locura sin excesivos daños materiales.  A veces se limita a darme la vuelta, a ponerme de cara al frente y a apretar la polla contra mi culo y manteniendo el contacto me guía hasta el dormitorio, andando ambos con el paso sincronizado para no perder la postura. Pero antes de ponerme en movimiento, consigo hablar y le pregunto si quiere comer, si tiene hambre, siempre rechaza el ofrecimiento, pero yo siempre pregunto. Somos muy corteses el uno con el otro.
  Ya en el dormitorio suele repetirse el abrazo. Esos primeros abrazos establecen el territorio del amor, pero ha llegado el momento de abandonar ese lugar invisible y viajar al territorio de la lujuria, donde las cosas son visibles y tangibles... y tan irreales. Ahora la tiene totalmente empalmada, ni siquiera le cabe en los pantalones, se aparta de mí y se desnuda lenta y deliberadamente sin dejar de mirarme, yo me limito a observar y esperar, ya me hará saber lo que quiere, como siempre. A veces me habla en voz baja y dice:
 -Súbete a la cama, de rodillas, y levántate la falda.
  Entonces me come por detrás. Otras veces, me coge y me coloca donde quiere tenerme, a horcajadas sobre un cojín ante él mientras me la mete por la boca, o tendida de espaldas en la cama mientras me pellizca los pezones a través de la blusa o....pero pase lo que pase todo ocurre a cámara lenta.
  Después de mucho mamársela, y cuando digo mucho, es mucho, me obliga a darme la vuelta y coge un condón, entonces sé que vamos a pasar a la siguiente fase.  El sexo por el coño es juego previo. A veces se salta el coño sin más y va directo al culo, totalmente obsceno, sólo culo, la fase final.  Pero normalmente empieza por el coño. Cuando me penetra, siento que empuja contra el cuello del útero y siempre me sobresalta.  A veces llega muy arriba y entonces empieza a palpitar con embestidas cortas y diestras, empujando mis paredes hacia afuera, hacia arriba, hacia dentro. A cada palpitación quiere más y recibe más, ese es el principio del más, un estado creciente de ansiedad corporal.  Las olas del placer avanzan lentamente, luego más deprisa, pero nunca se detienen, cúspide tras cúspide, y para la mayoría de la gente eso sería ya insuperable, incluso trascendente, pero él y yo somos ávidos y sabemos donde ir a por más, sólo estamos empezando, calentando.
   Cuando ya ha tenido coño suficiente (siempre a elección suya), sale y me sitúa, a veces en el cojín a cuadros, a veces a cuatro patas, a veces de lado con la curva de la cadera en alto. Ya bien follada ahora estoy muy obediente. La voluntad me ha abandonado casi totalmente, pero me aferro aún a mi conciencia y a mis tacones. Tengo mucho más que dar, mucho más, tengo el poder de dar, otros amantes ni siquiera obtuvieron el 10% de lo que yo tenía para dar, no tenían el poder para pedirlo, él sí... y luego pide todavía más.
   Me gira sobre el costado izquierdo con la cadera cómodamente apoyada en dos cojines que me levantan el culo en un propicio arco lateral ascendente, apoyo la mejilla izquierda en la cama, vuelvo la cabeza y le miro desde abajo, con él siempre es desde abajo nunca desde arriba. Coge la vaselina, me encanta el chasquido del tapón al abrirse, mirándome aprieta el tubo y extrae una dedada, mirándome el culo separa las nalgas con tanto cuidado que no doy crédito a la suerte que tengo, me unta el gel con suavidad, pero con firmeza en el agujero del culo, dentro del agujero, en torno a la entrada preparando el paso, al hacerlo tiene una expresión magnífica, mirándome alternativamente a los ojos y al culo, me mete un dedo dentro, luego dos, mirándome a la cara, sin apartar la vista de mi mientras siento la rotación de sus dedos dentro de mi culo.   
  Saca los dedos, coge más gel y se lo extiende uniformemente a lo largo del miembro duro como el granito.
  Es la hora...
  Sujetándose la polla la guía hacia la raja de mi culo, como una canoa rumbo a un estrecho desfiladero, siento la punta suave, dura y a la vez aterciopelada en mi piel. El centro de mi culo, como un imán se desplaza hacia la presión. Nos unimos. Su llave en mi puerta, su polo positivo con mi polo negativo, su enchufe en mi toma, el centro con el centro, presiona ligeramente, respiro, empuja, me relajo, palpita, me abro, empuja, empuja, me abro, arremete, nos miramos a los ojos y me tiene ya en su punto.  A veces en ese momento se retira, e inicia embestidas cortas en la entrada durante un rato, otras veces sigue adentrándose, bajando, despacio, muy despacio, hasta que está totalmente hundido en mi culo, con todo el tallo dentro, y fuera sólo le quedan los huevos. Permanece así un momento, inmóvil, después, con rítmicas sacudidas, me penetra un poco más. A veces me cambia de posición, a cuatro patas, o de pie y doblada por la cintura con las manos apoyadas en la pared, o boca arriba y con los pies hacia el techo, o, la favorita, colocándome primero boca arriba y doblada en dos para alzar luego las piernas sobre la cabeza y colocar el culo hacia el techo. Sea cual sea la posición en la que me encuentro, está encima, siempre mirándome desde arriba, contemplándome, amándome, y normalmente hace esos cambios sin sacar la polla de mi culo.  
  Extraordinario.
  Pero al margen del ángulo, siento crecer su polla dentro de mí, más fuerte, más dura, más profunda, hundiéndose en mis ansiedades, en mi inocencia, en mi orgullo, en mi vanidad. Como una aspiradora absorbe mis yos inferiores y elimina mis pecados. Esto es lo que él buscaba. Esto es lo que encuentra. Esto es lo que me da.  Follada hasta el delirio, se me caen los tacones al suelo, con un ruido sordo, uno tras otro.   Él sonríe y dice afectuosamente.
 _Ahora nos lo estamos pasando bien. Ahora viajo en tren de alta velocidad al paraíso, lega como soy en el proceso a menudo se me saltan las lágrimas, cuando por fin me relajo y ni un sólo centímetro de mi ser se aferra absolutamente a nada, cuando mi ego ha sido aniquilado entra en mi la devoción, soy atea por herencia y agnóstica por convencimiento, pero ahora se que la eternidad está más allá mucho más allá del dolor.
  Cuando me penetra aflojo la tensión, milímetro a milímetro, tirando, apretando, aferrando. Relajo los músculos, los tendones, la carne, la rabia, el ego, mis normas, mis prisiones, mi vida.  La sodomía es un acto sexual donde la confianza lo es todo, me refiero a que, si te resistes, pueden hacerte daño de verdad. Pero una vez superado ese miedo, una vez traspasado literalmente, encuentras la paz más allá del dolor. La clave es esa, ir más allá del dolor.  Conocí a Dios, dejándome follar por el culo, una y otra vez, y otra y otra más. Lo digo en serio. Muy en serio, y ese despertar místico me sorprendió a mi más que a nadie. Ahí estaba Dios, en mi culo. Buena manera de captar la atención de una escéptica.   No se puede dar por el culo a medias. Sería una farsa. En el culo, la verdad siempre sale a la luz. El culo no sabe mentir, no puede mentir, si mientes duele físicamente. El coño en cambio, puede mentir nada más entrar la verga en la sala, y lo hace continuamente.
   Él me mira, ve mi cara iluminada de placer, mientras da una embestida tras otra, sabiendo que no puedo resistirme ni a una sola, una sonrisa en mis labios entreabiertos y dice...
   _Que loca estás muchacha. Acto seguido le viene, gime y grita, un oh Dios mio, me da un azote en el culo y se corre mientras yo abro y cierro la puerta de atrás. En ese momento es cuando le miro, y veo a un hombre hermoso, es tan hermoso como el David de Miguel Ángel, la expresión de su cara me llena de dicha. He hecho disfrutar a un hombre.

En mis sueños



  Es la brisa en la ventana que sopla con tanta fuerza que parece voz humana, viento recio de cierzo, que acaricia mi cuerpo, ya estás aquí, te noto, te siento.......
  Entras en mis sueños sin llamar y yo permito el atropello, sueño tus carnosos labios rozando los míos, sueño que me acaricias con tus besos, sueño tu respiración en mi cuello.   Es el deseo hacia un hombre al que no puedo nombrar, él y sólo él abre el candado a la bestia esa que hoy hemos sacado a pasear, esa que compartimos desde siempre.
  Ha sido tan diferente, tan bello, mi piel ha quedado suave como el terciopelo después de bañarla en tu sudor, y ese olor a ti que me llevo en mi cuerpo impregnado y que hoy hará las delicias de mis sueños, y las agujetas en mis nalgas a las que doy las gracias cada vez que me siento pues por ellas sé que todo es cierto.  Cierro los ojos y te huelo, he sentido tu cuerpo sobre el mío, tu calor, tu deseo, tus ganas de mi.... tu anhelo.  
  Una mirada encendida y caigo rendida a tus pies, decirme que me deseas como no me puedo imaginar y corro hacia ti a ser tu esclava, tu sierva, ver tu miembro desnudo ante mi, verga ajena con dueño y por un rato mía, sobre ella se derrama mi deseo, mi lengua la recorre en silencio, en secreto, alternando sueños con recuerdos, y me pierdo en ellos.
  Pasan las horas desde el encuentro y a ratos me quedo inmóvil y cierro los ojos y recuerdo y te siento.... inspiro hondo para disfrutar ese momento y me viene a la cabeza ese tiempo que te he tenido entre mis piernas, comiéndote mi sexo, he descargado sobre tus labios mi esencia, te has bebido mi placer, mi satisfacción, mi gloria.  
  Seguramente estos no son tus sueños, la inspiración de tus momentos te llega imaginando mi trasero en pompa moviéndose provocador mientras me como tu verga, o mientras cabalgo tu falo a pelo, o cuando me clavas hasta las entrañas tu miembro, eso es lo bonito de amarse, tú me das, yo te doy.
  Nos hemos amado hasta deshacernos dándonos vitaminas para resistir hasta el siguiente encuentro.
  Me he levantado a escribir la inspiración me ha abordado en mitad de la noche, pero lo dejo aquí, quiero sumergirme de nuevo en mis fantasías oníricas, estoy encantada de que te materialices en mis sueños, así que vuelvo a él a disfrutar de tu presencia, a soñarte amasando mis pechos, o apretando mis nalgas con tus manos potentes mientras me la clavas en un coito a tergo.  La magia que un culo despierta en un hombre, como un péndulo hipnótico, saberlo es mi arma y la utilizo y lo muevo como perrita en celo.
 Y vuelvo a sumergirme al instante en el que has tatuado unas caricias en mi cuerpo mientras hablábamos de temas mundanos, sin dejar de acariciarme, y poco a poco me quedo dormida con una sonrisa dibujada en los labios.

viernes, 22 de junio de 2012

Cita con el dentista





    He pedido la última hora, tengo trabajo acumulado y no terminaré temprano, siempre voy corriendo, al menos aquí se aparca bien.

    Pico al timbre, la enfermera me abre y me envía a la sala de espera tras comprobar la cita. Entro en la habitación, sólo hay dos pacientes más, una señora mayor con el pelo grasoso y aplastado en un lado como si acabara de despedirse de Morfeo y una mujer con su hija, la niña lleva una ortodoncia, sobre unos dientes sobresalientes.

    Es la primera vez que pido visita en esta consulta dental, lo he hecho porque me coge de camino a casa, aunque esa es una excusa pobre, sinceramente lo he hecho porque coincido algunas noches cuando me quedo a hacer horas extras en la oficina en el semáforo que hay frente al consultorio, mientras yo espero el verde el Dr. y la enfermera bajan la persiana, el Doctor es alto y atractivo, sus canas ralas me han cautivado, es un macho alpha los distingo a la legua, los machos alpha me pierden.

    Mientras hago como que ojeo una revista, mi mente lujuriosa viaja al bulto del pantalón del doctor, me acabo de mojar, noto esa caliente humedad en mi vulva.

    La enfermera abre la puerta y llama a la madre con su hija, me estoy impacientando y eso que no me duele nada, he pedido la cita para una revisión ordinaria, aunque otra vez es una excusa, la he pedido para ver de cerca al doctor, o en todo caso, si me atrevo, para hacerle una revisión yo a él.

    Me he preparado para la ocasión, llevo un vestido de punto color gris marengo abotonado por delante de arriba a abajo, medias con liguero, ropa interior negra con blondas y encajes, mi perfume favorito Wish, y mis tacones, no sería nada sin mis tacones, cuando me siento abatida siempre puedo aferrarme a ellos y a la seguridad que me brindan.

    Por fin la enfermera entra y llama a la anciana, ahora estoy sola en la sala, sin darme cuenta he empezado a acariciarme los pechos, sería capaz de masturbarme aquí mismo, decido desabrocharme un botón más en cada extremo del vestido, me quito el sujetador y lo meto rápidamente en el bolso, mis pezones han reaccionado a las caricias y ahora lucen erguidos como puntas de lanza, mi mano se desliza al sur de mi cuerpo, noto esa humedad caliente y empiezo a imaginarme el miembro del Doctor.

    Cojo otra revista de una mesilla esquinera y me cambio de asiento para colocarme detrás de la puerta, me siento y cojo la revista abierta con la mano izquierda para disimular si se tercia y me chupo los dedos índice y corazón, no sólo los chupo sino que los lleno de saliva y acto seguido meto la mano por la abertura del vestido, con el anular y el meñique separo el tanga y dejo que los dedos empapados pasen por encima de mi clítoris, suavemente..., cierro los ojos e imagino que es la boca del médico deslizándose.... me acaricio y pienso en su lengua ensortijándose en mi bultito y en sus negros ojos mirándome, sin darme cuenta he empezado a jadear.

    La puerta se abre de golpe sobresaltándome, doy un salto girándome de espaldas para recomponer la ropa mientras me cuelgo el bolso, la enfermera me indica que ya puedo pasar, el Dr. Gómez me espera de pie en la entrada, va con camisa y pantalón de algodón verde hospital, tiene el pecho peludo como corresponde a un macho alpha, el vello le asoma por el escote en V de la camisa, se está poniendo unos guantes de látex y lleva una mascarilla, así que no acierto a verle bien la cara, me saluda y el timbre de su voz es divino, encantador.

   _Ya puede pasar y sentarse Srta..... en ese momento se gira para mirar la ficha que le ha pasado la enfermera.

   _Alicia, me llamo Alicia_Respondo nerviosa.

   _Túmbese que le pasa_Me dice esta vez si mirándome de arriba a abajo.
  
   _Solo he venido para una revisión, noto alguna molestia en la parte inferior._ Le digo y se me escapa una sonrisa pícara y fugaz pensando en que parte inferior me gustaría que me revisara.

    No deja de mirarme embelesado, así que pienso que ya ha reparado en mis pechos puntiagudos.

    Me tumbo en el sillón, él se sienta al lado en una pequeña silla con respaldo bajo y con ruedas, empieza a manejar el sillón ergonómico arriba y abajo hasta alcanzar una altura que parece que tiene ya muy estudiada, me coloca una especie de babero de papel y al hacerlo roza con sus antebrazos las puntas de mis pezones, tiene que haberlos notado, están que se salen de las aureolas, no se si ha sido intencionado o fortuito pero es este momento ya no me importa, lo siento tan cerca, noto su respiración en mi cara, enciende el foco y me ordena que abra la boca, me doy cuenta de que en vez de los dientes me mira los pechos por debajo de su fina montura de metal.

    La enfermera entra y le dice que si no tiene nada más para ella que se marcha a casa. Muy bien puedes irte, cierra con llave al salir._Le indica el Dr.

    Ahora sé que estamos solos, así que no me lo pienso dos veces y dejo caer mi brazo rozando el bulto henchido de su pantalón, él se sobresalta un poco, le envío una mirada ardiente, de zorrita, su frente brilla a la luz del foco, ha roto a sudar, está nervioso, sabe que no debe mezclar sexo y trabajo.

    El Dr. se queda inmóvil unos segundos, se baja la mascarilla y sonríe dejando a la vista una hilera de dientes blancos e inmaculados y piensa...

    Esta mujer tiene la boca muy bien, no parece que haya venido realmente por una consulta dental, su mente fantasea y empieza a imaginársela desnuda. Se imagina la turgencia y redondez de sus pechos, la mujer le ha rozado el miembro pero no sabe si se le está insinuando o ha sido sin querer. No está bien, no debo hacerlo, mejor que piense en tía Bernarda, que es un dechado de virtudes pero es la antítesis de la sensualidad, la viva estampa de la antilujuria, traerla a mi cabeza relajará a la bestia.

    Me remuevo en el asiento nerviosa, el Doctor me dice que no tengo nada, que tengo la boca estupenda, mientras me habla estiro un dedo y lo paso por el pantalón, sin disimulo esta vez, mirándole a los ojos, le rozo de arriba a abajo el visible bulto, quizá nunca lo hubiera hecho pero saber que estamos solos me ha envalentonado. Ahora el Doctor no se sorprende, la que me sorprendo soy yo pues de un brusco movimiento empuja la mesita auxiliar de los instrumentos y se abalanza sobre mí buscándome la boca. Con una mano me coge por la nuca y me morrea ansioso, mientras con la otra acaricia mis pechos con firmeza, al instante su mano investiga a través de la abertura del vestido, intento incorporarme pero no me lo permite, y empieza a desabrocharme de uno en uno los botones mientras me mira a la cara, encuentra mis pechos y se los come y los chupa y los absorbe, mientras yo intento sin éxito desatar la cuerdecita blanca de su pantalón.

    Besa mi piercing del ombligo y con la lengua en punta baja por la línea alba hacia el monte de venus, mientras sus manos siguen tocando mis pechos amasándolos. Estoy que me fundo, me retuerzo en el sillón, deseo su lengua en mi clítoris, me concede el deseo, parece cosa de telepatía, pero lo hace por encima de la ropa interior lo que me pone aún más caliente. Al fin consigo desatar el pantalón que le cae al suelo, mostrándome un boxer negro con una forma henchida que acaricio ansiosa. Le bajo el calzón y lo dejo anclado por debajo de sus huevos, apuntando hacia mí una magnífica y corpulenta polla, es hermosa, le paso la lengua por el derecho y por el revés, chupándole los huevos, la meto en mi boca, la saboreo, empujo al máximo la polla hasta el fondo de mi garganta y noto como va creciendo entre mis labios, con movimientos rítmicos y profundos sigo chupándole y mirándole a los ojos, quiero que vea mi deleite ante tal maravilla, quiero que sienta mi deseo, la punta de su miembro expulsa ahora unas gotitas transparentes, ummm, exquisitas, dulce manjar, además de ser una señal inequívoca de que le proporciono placer.

    Esta mujer....lo que me está haciendo, que bien me la chupa, como me mira mientras lo hace, es una loba, seguro que se lo come todo, está cachondísima, como será su coñito, quiero comérmelo...ummm, tía Bernarda fuera de mi cabeza ya no te necesito.

    El médico se aparta en el límite y con la mano me empuja suavemente para tumbarme, relájate no te haré daño me dice, si hace falta te anestesio comenta bromeando. Me aparta el tanga negro de encaje y deja a la vista mi rajita depilada, el foco ilumina las babas en la línea de unión de mis labios, con el primer lengüetazo los abre suavemente y descubre mi clítoris hinchado y receptivo. Lo lame sin parar hasta que me deshago en gemidos. Me introduce un dedo suavemente, luego dos, mientras su lengua hace barridos en mi bultito, me estoy desintegrando, licuándome en sus labios.

    Ya no puedo más voy a correrme en cualquier momento.

    _Penétrame, hazme tuya, reviéntame_ le digo.

    _Ahora mismo._responde él.

    Le arranco la polla de las manos meneándosela y la meto otra vez en mi boca, la chupo ansiona pues quiero que esté bien dura y en un minuto lo consigo.

    Me coloco a cuatro patas en el sillón y él le da al mando para dejarlo a la altura óptima.    Me penetra hasta el fondo de una sola embestida, para a continuación sacarla y meterla varias veces más suavemente, empujo hacia él, quiero más mucho más. Su polla entra dulcemente ahora, el terreno es húmedo y resbaladizo, deliciosamente cálido, me da fuerte, más y más y a cada envite todo mi cuerpo acude al encuentro.

    Ya no quiero resistirme más, así que me dejo ir, con un largo gemido llega mi orgasmo, noto cada contracción de mi vagina, un calambre de gloria recorre mi cuerpo, jadeo, disfruto, lo vivo. Dame más le digo, más fuerte.


   _No puedo más, me voy.

    Al oír estas palabras me doy la vuelta rápidamente en el sillón y llego a tiempo antes de que eyacule sobre mi, ágilmente le cojo el pene llevándomelo a la boca en el instante en que empieza a correrse, la noto latir en mis manos y en seguida el maravilloso y níveo líquido inunda mi boca, el Dr. Gómez cierra los ojos, estira la cabeza hacia atrás y gime, yo saboreo su orgasmo, succiono cada gota, mi lengua juguetona lame cada milímetro de su miembro, es una sensación de placer absoluto.

    Pasado un minuto, empezamos a recomponernos y nos vestimos, él está muy ridículo con los pantalones arrugados en los tobillos, se viste en silencio, al ponerse las gafas en su posición original parece que la dignidad ha vuelto a él y le oigo comentar.

    _Buenísimo, me estrecha la mano y me dice con una sonrisa en los labios.

    _Srta. Alicia, vuelva la semana que viene a esta hora, es Ud. muy golosa y hay que controlar esas caries.

    _No lo dude aquí estaré.





jueves, 21 de junio de 2012

La primera vez





  Llegan temprano, aún no son las doce de la noche, la vergüenza les puede y ya han pasado tres o cuatro veces por delante del local sin atreverse a entrar, vuelven al coche y observan a las parejas que van acudiendo, la mayoría son cuarentonas, aunque también ha entrado alguna de más o menos su edad, en un momento de valentía se miran, se entienden sin hablar, bajan del vehículo dirigiéndose directos a la puerta y pican al timbre sin pensárselo más.
  La puerta se abre sólo un poco, un joven rapado de ojos achinados y perilla de chivo les mira, a continuación les invita a entrar, el lugar es tan tenebroso como un puticlub de carretera, tardan unos segundos en habituar la visión mientras el portero les habla:
  -Hola buenas noches, ¿Es la primera vez que venís?- les dice con voz recia y gutural. Observan que coloca una mano en el muslo arrastrando una atrofiada pierna al andar.
  Está bueno me lo follaría-piensa Ana, que desde que ha decidido entrar en el mundo liberal sólo hay dos clases de hombre para ella, los que se follaría y los que no.
  -Sí-asienten los dos tímidamente
  -¿Os parece bien que os enseñe el local y os explique como funciona?
  A lo que Ana y David vuelven a asentir.
  -Aquí tenéis el guardarropía dice señalando a su derecha, donde una tenue luz, ilumina un cuartucho atestado de abrigos y bolsos, os aconsejo que lo dejéis todo, excepto el tabaco si fumáis, el local es muy oscuro y podéis perder vuestras pertenencias en cualquier sofá. El hombre abre unas pesadas cortinas negras invitándoles a entrar, lanzan una mirada rápida, la música chillout crea un ambiente relajante, envolvente, hay gente en la barra, más allá bultos de cuerpos desnudos, las paredes también son negras y hay una pantalla donde se se exhibe una película porno, la única luz proviene de la televisión y de unos leds que iluminan los estantes de cristal donde almacenan las bebidas tras el mostrador.
  El anfitrión sigue hablando, aquí tenéis la barra, no se paga entrada pero estáis obligados a tomaros al menos una copa, y si necesitáis una taquilla aquí es donde se pide la llave.
  -¿Una taquilla?-pregunta David.
  Si, si conocéis a alguien que os guste y queréis subir a las camas, pedís una taquilla, os darán una llave, están en la planta de arriba a la izquierda, están numeradas, dentro dejáis vuestra ropa y encontraréis dos toallas, babuchas desechables de papel y dos preservativos, si os hace falta alguno más, en los lavabos tenéis la máquina expendedora.
  Comienza a caminar oscilando por la cojera y la pareja les sigue atenta a las explicaciones.
  Aquí tenéis el cuarto oscuro, dice señalando un cuarto sin puerta más oscuro que el sobaco de un cuervo, dentro las parejas más atrevidas entran y se magrean y son magreadas, aquí los reservados, dice señalando lo que se intuía eran unos sofás.
  -Vamos que os acompaño arriba.
  Varias parejas les miran desde la barra, Ana piensa que ya todos saben que son primerizos al verlos detrás del dueño del local enseñándoles un cubículo tras otro y siente un poco de vergüenza.
  Llegan otra vez al lado de las cortinas de la entrada, Ana se fija en un tubo de metal de suelo a techo que hay frente a la barra para el que se atreva a hacer un streptease, lo tienen todo inventado piensa, entonces es cuando ven unas escaleras estrechas y empinadas, una mortecina luz roja ilumina los peldaños, empiezan a subir y David estira su mano para acariciar bajo la minifalda el sexo de Ana en un intento por rebajar la tensión del momento.
  -Aquí tenéis los lavabos- sigue diciendo-las taquillas y las camas.
  La imagen surrealista les sobrecoge, aquello es una bacanal, un parque temático del sexo, le viene a la mente la palabra Locus Amoenus del sexo, cuando el hombre iba haciendo referencia a las camas, Ana imaginaba que serían habitaciones independientes, donde los tres o los cuatro o los que fueran tendrían una mínima intimidad, lo que no pensó encontrar en ningún momento es una hilera de colchones tocándose unos con otros hasta formar un lecho gigante, camas a lado y lado de un estrello pasillo central, siluetas desnudas, paredes de espejo, apenas una tímida luz que llega de los lavabos, aquí la música suena lejana, solapada por gemidos, sollozos y jadeos, el ambiente está cargado y huele a establo.
  El hombre debe haber visto nuestras caras estupefactas porque en seguida añade-No os preocupéis porque si alguien os toca y no os gusta le apartáis la mano y entenderá que no puede seguir, todos respetan esa norma y si no es así no tenéis más que decírmelo.
  Bueno al menos había normas, pensaron los dos tranquilizándose.
  Visto el local bajan las escaleras tras el tullido y se dirigen a pedir su consumición, en el interior de la barra un monitor muestra imágenes de la calle frente a la puerta de entrada, ven a una pareja pasar varias veces, como les había pasado a ellos un rato antes, hasta que en el tercer intento se paran frente a la cámara y pican al timbre, la entrada es discreta si no hubiesen sabido de antemano la dirección exacta del local, podrían haber pasado mil veces por delante sin reparar en él.

  Mas tarde, después de las copas, deciden probar con el cuarto oscuro, hay más gente dentro porque se escuchan respiraciones entrecortadas y gemidos, entran los dos y se colocan en un rincón a besarse, David se apoya en la pared y Ana queda más expuesta, así que en seguida una mano le acaricia el trasero sobre la ropa, Ana le cuchichea a David al oído.
  -Me están tocando.
  -¿Y te gusta? le pregunta David.
  Claro que me gusta responde ella, no saber quien es da mucho morbo, casi que es mejor no saber, y sólo concentrarte en las sensaciones.
  -Si no te gusta ya sabes.-Le susurra David.
    La mano no tarda en seguir investigando el cuerpo de Ana, le levanta la falda y le acaricia el trasero deslizando algún dedo a su sexo por encima del tanga, David también le está acariciando los pechos y se acaban de sumar dos manos más, también directas a sus tetas, estas nuevas manos son de mujer pues las siente más pequeñas y delicadas, cuando coinciden con las de David, éste aparta las suyas.
  Ana está ya jadeando pues la mano de la zona sur ha separado su tanga y está acariciando su clítoris, se abre más de piernas para dejarse hacer, y el desconocido lo interpreta como que tiene permiso para seguir, así que se agacha, le baja el tanga y empieza a chuparla por detrás. David se separa de ella y se pierde en la inmensa oscuridad, el misterioso hombre se levanta y le da un morreo calenturiento con sabor a whisky, nota su barba, su olor a perfume, a ropa limpia, no tiene ni idea, de si es joven o mayor, si es atractivo o no, por fin se desmelena y estira sus manos hasta ese cuerpo ardiente que la está magreando. Las manos femeninas han desaparecido e imagina que están con David. Acaricia el torso del hombre por encima de la camisa mientras siguen besándose con lujuria, besos húmedos, apresurados, sube la temperatura, el hombre se acerca mucho ahora, apretujándola contra la pared y nota su miembro enorme y duro contra su vientre, pasa la mano por el pantalón acariciándo el bulto, siente un deseo irresistible de hacerle una felación, pero en un último instante de cordura no se atreve, se imagina follando en el cuarto oscuro con todo el que entre y David desaparecido, le entra pánico y empuja al hombre delicadamente hacia atrás, una cosa es que te sobeteen, mientras bailas con tu pareja, pero esto es demasiado para mí, quizá debería haberle parado antes._Piensa nerviosa.
  Busca a David en las tinieblas, pero topa con la mujer, a tientas sigue su cuerpo, hasta que por una lado detecta a David, y le estira de la camiseta, para decirle al oído. _Sácame de aquí.
  David coge su mano y tira de ella, salen, se sientan en los reservados y le pregunta.
  _¿Qué te ha pasado?.
  Nada grave, me entró pánico, me imaginé que acababa follando con ese y que tú te ibas a perder con su mujer por el local y que si me pasaba algo o no quería seguir no te iba a encontrar.
  _Muy bien no te preocupes, ya no nos separamos más en toda la noche. _Le dice calmándola.
   Mientras charlan la pareja sale del cuarto, y pasa por al lado de ellos sin mirarlos, son muy mayores, y poco agraciados, Ana se alegra de haberlo parado ahí y tras cruzar una mirada con David sabe que él también.
  _¿Subimos arriba y pegamos un polvo los dos ante las atentas miradas de todos? _Propone David, me parece que somos los únicos del local por debajo de la treientena, unos cachorritos para estas fieras.
  _Muy bien, me parece genial._Le dice Ana.

  Sin pedir taquilla, son muy vergonzosos, se dirigen a las escaleras, cuando llegan arriba, están todas las camas ocupadas, saben que no pueden quedarse de pie mirando, así que se instalan en una cama ocupada por un trío, estos se recolocan dejándoles más espacio para los dos y se tumban, es parecido a cuando van a la playa nudista, mientras están tumbados se sienten integrados pasando desapercibidos, uno más, pero cada vez que caminan hacia el agua saben que hay mil ojos clavándose en ellos, es la misma sensación.
  Empiezan a besarse, las sábanas negras están húmedas y sudadas, tiempo después aprenderán que la verdadera utilidad de las toallas limpias, aparte de liárselas a la cintura si tienen que bajar a pedir a la barra es extenderlas sobre las sábanas empapadas de fluidos, Ana imagina que deben cambiarlas cada día, pero nada evita que retocen sobre los efluvios de la gente que ha estado ahí sólo un rato antes.
  Follan los dos, sin mirar a su alrededor pero sintiéndose observados, tienen que apartar alguna mano más durante el acto, pero es cierto que en cuanto la apartas esa persona no te molesta más.
  Ana le cabalga susurrándole guarradas, simula con jadeos estar a punto y finge un intenso y escandaloso orgasmo que no engaña a David. pues le cuchichea:
  _En casa te vas a enterar.




                                           

lunes, 18 de junio de 2012

Encuentro Furtivo


    






   Hace un viento frío que me eriza el vello de los brazos, aunque eso es por fuera, dentro de mí hay un volcán de magma ardiente, un calor insoportable, envolvente, que me provoca, que me incita a buscar tus manos gélidas en mis pechos, sé que me puedes templar, que si te lo propones me puedes apagar, que puedes darme lo que necesito, otra vez me toca soñar despierta y anhelar que acaricias la turgencia de mis pezones, que amasas mis pechos mientras los chupas, deseo tu glande en mi boca, tierno, tremendo, morado, travieso, sabes que tarde o temprano caerá rendido entre mis labios dejándose llevar.


   Hemos quedado un día más y siempre me sabe a tan poco, apoyados en el coche me abrazas, siento tu verga en mi vientre, hinchada, hiperbólica, tus abrazos y tu bulto hacen saltar chispas que centellean en el aire, me estremezco, sé que el resto del día evocaré este abrazo pasional, que iré suspirando por los rincones por otro apretón energético de los que tú me das.


   Tenemos poco tiempo, los encuentros furtivos tienen eso, siempre son a corre prisa, nunca tenemos un minuto para hablar, tampoco lo necesitamos, me besas con tu húmeda boca, lujuriosamente, pero con cuidado, me encantan tus besos, son tan delicados y fogosos a la vez, acabas siempre sorbiendo mi labio inferior como si quisieras desintegrarme y que poco a poco me fundiera dentro de ti, yo siento que me derrito en tu boca, sé que esos besos serán siempre mi perdición.


   Hoy tenemos suerte, una habitación de hotel, cuatro paredes para nosotros solos donde podemos dar rienda suelta a la pasión, me miras vicioso, sé que ya me has desnudado en tu cabeza, la hinchazón del pantalón te delata, me encanta verte así, aunque yo estoy un poco más allá, no te veo desnudo, veo tu hercúlea polla en mi boca, imagino tu glande pasando por mis labios, un lametón delicado.


   Dejo de soñar, ha llegado la hora de gozar, estoy por pellizcarme, pero hago algo mejor, te propongo que nos desnudemos rápido y nos metamos bajo las sábanas, en un instante estamos cuerpo a cuerpo, sintiéndonos, quiero meterme en tu piel, rozarme contigo, notar tu calor, me subo encima de ti, apretándome contra ti, quiero dártelo todo, lo que tengo, lo que soy, mi cuerpo y mi alma son tuyos, tómame, poséeme.


   Subida encima de ti, desparramándome sobre ti, noto tu sudor, noto tu cuerpo tibio, noto tu polla, ahora ya dura como una piedra, mi almejita se estremece, está ávida de ti, nos besamos, nos miramos, aún no la he tocado y ansío hacerlo, así que buceo bajo las sábanas y la busco, es preciosa, una obra de arte, la cojo con la mano izquierda mientras con la derecha acaricio tus huevos que están exultantes liberados ahora de la camisa de fuerza de tus calzones, la tengo en primer plano y me apetece tanto lamerla con mi lengua que no espero más y te doy una pasada melosa desde el escroto hasta la punta del glande, es deliciosamente suave al roce con el paladar de mi boca hambrienta.


   Te miro, me miras levantando la sábana con una mano y a la segunda pasada de mi lengua inclinas la cabeza hacia atrás y veo las aletas asimétricas de tu nariz vibrar con tu fuerte espiración, te relajas, vas a disfrutar y lo sabes, te has pajeado mil veces imaginando este momento, te chupo una y otra vez, me encantas, deseo que te derritas en mi boca y beberme ese elixir mágico quimera de mis fantasías. La meto en mi garganta hasta que mis labios rozan tus huevos, me indicas que apriete la mano, lo hago mientras inicio rítmicas bajadas y subidas y aprieto más tu polla con mi mano y la sigo chupando y noto como se hincha en mi boca y sigo chupando y mirándote a los ojos, quiero ver cómo te complazco, ahora el tamaño me impresiona y sigo chupando sin cesar, me gusta tu semblante en este momento, labios entreabiertos, ojos entrecerrados, suspiros, sigo lamiendo, arriba y abajo, me como tus huevos y vuelvo a chuparla hasta que levantas una mano y con un gesto me dices que afloje, te he llevado al nirvana, al mismísimo jardín de las delicias, al borde de un precipicio por el que aún no quieres caer, así que te incorporas y me atraes hacia ti, hacia tu boca, me besas fogoso, acaricias mis pechos, chupas mis pezones un poco y me colocas ágilmente más arriba, sitúas mi rajita a dos centímetros de tu lengua mientras apoyo las manos en la pared, sólo pensar en lo que viene ahora...


   Ahora soy yo la que estoy a las puertas de ese jardín dispuesta a comerme esa única manzana que debía respetar. Deseo sentarme en tu cara y presionar mi sexo contra tu boca, me estremezco, aún no me has chupado y ya estoy chorreando, cada átomo de mi cuerpo se concentra en mi clítoris, una corriente como un rayo atraviesa mis caderas, y a la primera pasada de tu lengua siento que viajo en parapente al paraíso, me contoneo sobre ti, aprieto mi coño contra tu lengua...


   Qué bueno, Dios, me entrego, me deshago, me estoy licuando en tus labios, intento atraer a mi cabeza otros pensamientos para prolongar este momento y sigues lamiéndome y empiezas a meter un dedo dentro de mí, entra suave, resbalando, mi interior encharcado te sorprende y me dices...

    —¡Qué mojada estás!


   Soy igual que tú, recuerdas, la bestia que nos habita nos viene de serie, sigues chupándome y masturbándome con tus dedos hasta que siento que no puedo más y noto como ya me viene con una fuerza arrolladora, me separo de ti, quiero más pero necesito unos segundos para frenarme así que aprovechamos y cambiamos de postura, me giras sobre mí misma y nos colocamos ahora en una posición numérica, compartiendo placer, compartiéndonos a nosotros mismos, el yin y el yang, el uno con el otro.


   Nos chupamos así lo que a mí me parece una eternidad, me encanta pero estoy ya tan caliente que necesito que me penetres, que me poseas, agitas tus dedos a gran velocidad dentro de mi sexo, hasta que se convierte en un parque acuático, mojas mi ano con tu dedo ensalivado, lames mi culito, me derrito, me lames, me abandono y disfruto y siento tu lengua humedeciendo el pequeño agujero de entrada que después vas ensanchando con tus dedos impregnados de saliva, primero uno, después dos, mas tarde tres, hurgando, abriendo, dilatando el estrecho orificio, me bajo al fin, te sientas en la cama y te empujo poniendo mi mano sobre tu pecho.


   Túmbate que voy a cabalgarte, te digo, me he soñado mil veces retozando sobre tu polla, así que casi no puedo creerlo, paso la pierna por encima de tu cuerpo y me abro a horcajadas sobre tu miembro, el contacto de tu verga en mi sexo anunciando lo que viene me revoluciona las neuronas y es que mi cabeza va por delante de los acontecimientos y consigue que me excite sólo con imaginar, agarro tu falo con mi mano y la sitúo en el mismo centro de mi agujerito y empiezo a descender lentamente hasta engullirla del todo, tú sientes la humedad caliente de mi vagina, poso mis nalgas sobre tus huevos, antes de volver a elevarme para iniciar una cabalgada al trote, tengo el clítoris en llamas, se roza con tu pubis cada vez que llego abajo y me invita a acelerar, necesito más, anhelo más, así que cambio de ritmo inclinándome levemente hacia atrás y empiezo galopar, desbocada, como una india salvaje, tanto desearla y en esta postura no aguanto nada, cuando siento que no resistiré bajar una vez más paro y te beso, no hay beso más fogoso que el de ese momento y ahí están tus labios esperando a los míos, me das un morreo vicioso, repasándome cada diente con tu lengua, sigo un poco más despacio, estoy tan cerca, llegando...casi en la cima, nos miramos y me dices...


   —Déjame dominar.


   Muy bien, domíname, penétrame y párteme en dos, en estos momentos puedes pedirme lo que quieras mi voluntad está tan perdida como mi tanga, me tumbo en la cama y coges mis pechos con tus manos mientras bajas mirándome para comerte un poco más la almejita, eres fantástico comiéndome, sigues mirándome mientras tu lengua chupa mi botón mágico, apenas hablamos sólo miradas que dicen un montón de cosas que nuestras bocas se callan, metes tus dedos dentro de mi interior anegado, estoy otra vez en el límite, no quiero más lengua porque no quiero correrme sin que me folles, deseo que llegues con tu magnífica polla hasta lo más hondo de mí, a las mismas entrañas donde se esconde ese detonador del placer, al fondo de mi cueva, así que te atraigo tirando de ti para fundir nuestras bocas mientras me penetras.


   La metes suavemente pero hasta el fondo y una vez allí, presionas un poco más adentro, paras, me miras y un poco más adentro, cuando pienso que ya has llegado al tope, empujas un poco más y consigues arrancarme un gemido mientras arqueo la espalda, ahora empiezas a entrar y salir rítmicamente, suavemente, y poco a poco vas aumentando la cadencia de las embestidas, también tú estás a punto de estallar, la noto muy dura, después de una cuantas acometidas profundas paras un segundo y me besas. Elevas mis piernas sobre tus hombros para penetrarme hasta el fondo y yo me abro todo lo que puedo para recibirte mejor y coges mi pie y empiezas a chuparme entre los dedos, sin dejar de penetrarme, es erótico y placentero, el próximo día te las pintas de rojo o de negro, me dices, tus deseos son ordenes, las pintaré de mil colores pero no pares, sigue follándome.


   Te acercas a mi boca, tengo las piernas flexionadas así que tu polla se clava en mí hasta los mismos cimientos de mi vagina.


   Quieres más caña, me dices, sí, más, mucha más, te contesto, e inicias una serie de embestidas profundas metiéndola hasta el zócalo, más besos con lengua enardecidos de pasión, vuelvo a estar de puntillas en la puerta del cielo y estoy lista para dar el paso y dejarme llevar por esta ansia que me inflama por dentro.


   Me levantas una pierna que ahora apunta al techo, ladeándome un poco sigues dándome mientras acaricias mi botón, no puedo y no quiero ya resistirme más así que me abandono a las sensaciones disfrutando el envolvente orgasmo que me sacude el cuerpo. Me corro jadeando como una perrita mientras tú sigues dándome, un instante después las contracciones vaginales apresan tu polla y me dices… que me corro, y te digo, aquí en mi boca.


   Y la sacas a la carrera para posarla en mis labios y bebo de la fuente el néctar exquisito sin desperdiciar ni una gota, y lo saboreo, y noto en mi mano cada latido de tu miembro, y en un arrebato me besas saboreando, tú también, tu propia miel y te dejas caer relajado a mi lado.