"No quiero ser esclava de mis pasiones, quiero vivirlas, sentirlas, disfrutarlas"

viernes, 26 de octubre de 2012

Bondage



  Estoy nerviosa, como siempre que quedo con un desconocido, noto esas mariposillas en el estómago y se ha instalado esa sonrisa tonta en mi cara que no se disimular.
  Hemos quedado en la puerta de casa, te has empeñado en pasarme a recoger en tu coche y aunque al principio me he negado porque me gusta la libertad y autonomía de ir con el mío, al final he entendido que no era lo más adecuado para la cita romántica que me propones.
  Me mandas un mensaje, ya estás aquí, te contesto que bajo en seguida y como no me gusta hacer esperar y estoy preparada hace un buen rato, cojo el bolso negro de mano, me doy un último repaso en mi espejo de cuerpo entero y bajo.
  Me has pedido que vista elegante, así que me he enfundado en un vestido negro de cuello cisne vuelto con un escote perforado en el pecho en forma de gota por el que asoman dos centímetros de canalillo, es bastante discreto, la raja de la pierna ya es otra cosa pues me llega más arriba de la mitad del muslo, medias de red, tanga y liguero, lo último que hago es subirme a los tacones, pues no me gusta sufrir ni un minuto más de lo estrictamente necesario, y salgo dispuesta a disfrutar de la noche mágica que me has prometido.
  En el ascensor me repaso el pintalabios y trago saliva en un intento de serenarme, no te he visto más que en fotos, pero me has mandado muchas desde todos los ángulos, así que no creo que me decepciones.
  Al salir del portal te veo de pie apoyado en el coche. Guapísimo.
  ¡Que alto eres!
  -Estás preciosa- me dices con un timbre de voz encantador, me das dos besos, mientras te digo que tú también vienes muy guapo y a continuación me abres la puerta del coche, gesto que me halaga.
  Mientras conduces me preguntas que perfume llevo y te contesto que es Wish de Chopard, me dices que es muy apropiado para esta noche y que vas a hacer lo posible porque sea para mi una cita inolvidable.
  No dejo de mirarte mientras conduces, porque quiero verte bien y fijarme en los detalles, pero sobre todo porque soy consciente de que mi perfil izquierdo es el peor de los dos. Coqueta hasta la muerte.
  Llevas una camisa clara de cuello mao con el último botón desabrochado y un colgante étnico con cordón de cuero por debajo de la nuez. Unos tejanos y mocasines de ante marrón oscuro, la camisa está perfectamente planchada y veo en el asiento de atrás una americana también colocada con mucho cuidado, el coche está impecablemente limpio y huele a ambientador.
  No me has dicho donde vamos, sólo me preguntaste por el chat si prefería carne o pescado.
  Pescado te respondí y tecleaste un yo también y una sonrisa, bueno tres ja ja jas que daban un doble sentido a tu frase, me encantan las personas con sentido del humor.
  Al llegar bajas corriendo del coche y rodeándolo por delante me abres la puerta, yo no se como actuar ante tanta galantería, la verdad es que no estoy acostumbrada.
  Al entrar en la marisquería das tu nombre completo y nos acompañan a un rincón muy íntimo, sobre el mantel de lino color rojo vino, una lámpara clásica emitiendo la luz justa, lo suficiente para comer y a la vez convirtiendo el rincón en un lugar sumamente acogedor.
  Por supuesto retiras la silla para que me siente y en seguida nos traen las cartas y me preguntas que me apetece, después de mirarla un buen rato te digo que estoy indecisa pues me gusta todo y entonces me preguntas si puedes pedir por los dos, te digo que si y levantas la mano llamando la atención del camarero.
  Te desenvuelves bien con la carta de vinos, hasta tal punto que me has impresionado, pero para cenar a mi me parece que has pedido una barbaridad de comida.
  Gambones, nécoras, ostras, navajas, percebes, almejas y alguna cosa más que seguro me dejo.
  -El marisco es afrodisíaco- Me dices sonriendo.
  -Sí, lo sabía- Te contesto guiñándote el ojo.
  Mientras cenamos charlamos de nuestras vidas, al ser completamente desconocidos tenemos mucho que contarnos, a veces me sorprendo mirándote embelesada mientras hablas, me cuentas que es el Bondage, me explicas que eleva el sexo a la categoría de arte y ya estoy deseando que termine la cena para probarlo.
  Tras los postres, propongo pagar la cuenta a medias y me dices que no me preocupe por eso y que ya está arreglado, me preguntas si quiero tomar una copa en un pub o en tu casa.
  Prefiero tu casa, en realidad no quiero ninguna copa, nos hemos acabado la botella de vino entre los dos y se que he bebido más que tú, así que no quiero pasar de este punto porque quiero acordarme mañana de esta noche apenas empezada, de momento la compañía y la cena perfecto.
  Al llegar a la puerta de tu casa giras la llave y le das un empujón y haces con tu mano un ademán de adelante pasa, mientras dices, las damas primero.
  Doy un vistazo rápido a toda la estancia y me sorprendo, la decoración es tan austera, con tan pocos muebles y objetos que te imagino como un guerrillero sobreviviendo en la selva, las paredes completamente desnudas, no hay más muebles que un sofá de piel negra, la televisión sobre un cajón con ruedas y la mesa del comedor con cuatro sillas, en cuanto dejo el bolso en la mesa te acercas, me coges de la mano me giras y me das un beso de esos de película, inclinándote sobre mi mientras rodeas con tu brazo mi cintura para que no pierda el equilibrio.
  Sin separar nuestras bocas me guías a tu cuarto, yo voy de espaldas hasta que tropiezo con la cama y me dejo caer que es lo que pretendías, has caído conmigo y nos besamos con ansia, los cuerpos completamente encendidos ardiendo en deseos de poseer al otro.
  Me miras, me hablas, me besas y empiezas a desnudarme lentamente, bajas la cremallera lateral de mi vestido y me ayudas a quitármelo, ahora acaricias mi cuerpo en ropa interior deslizando un sólo dedo por él, estoy muy caliente, te deseo, te ayudo también a desvestirte y te quedas en boxer, bastante abultado a estas alturas.
  Abres el único cajón suspendido de la pared y sacas tres pañuelos negros iguales, con los dos primeros me atas las manos separadas al cabecero de forja, parezco Cristo en la cruz, con el tercero quieres vendarme los ojos y te digo que por favor aún no. Que manía tienen los hombres con vendar los ojos, comparto ese juego un rato, me gusta porque sin ver nunca sabes de donde va a venir la siguiente caricia pero por otro lado me pierdo tanto...quiero ver centímetros de piel, culos, torsos, pollas, la excitación entra por todos los sentidos, vendar los ojos es realzar el sentido del tacto a cambio de perder otro, prefiero gozar de los dos.
  Sinceramente también estoy un poco asustada pues aunque me inspiras confianza nos acabamos de conocer, atarme y vendarme los ojos me deja totalmente vendida a tu voluntad, además que las dos espadas samurais que hay cruzadas como adorno sobre el cabecero me han puesto en alerta, te lo explico y me dices que jamás me harías daño con una sonrisa que me relaja, y me dices que no me preocupe y que lo entiendes.
  Me perdonas la venda de los ojos y sacas una cuerda fina, color rojo, larga muy larga, está enrollada en un ovillo muy abultado. Me quitas el sujetador, con delicadeza, y deslizas tu lengua por mis pezones pero no los tocas con tus manos, yo estoy deseando que me envuelvas los pechos con ellas, te apartas a una esquina de la cama y me miras como un pintor mirando un lienzo en blanco pensando cual será su primera pincelada.


  Desenrollas la cuerda mirándome, de vez en cuando la dejas a un lado y te acercas a besarme, son besos tiernos, mordiéndome el labio, o deslizas la punta de la lengua por mi pezón de nuevo, y vuelves a coger la cuerda y sigues preparándola en lo que me parece un ritual, me pregunto cuantas mujeres habrás tenido aquí en tu cama en esta misma situación.
  Me pides que arquee un poco la espalda y empiezas a pasar el ovillo de cuerda por debajo, dándome vueltas por encima y por debajo del pecho, estás haciéndome un traje de cuerda dejando mis pechos a la vista y a veces dejas el ovillo a un lado y vuelves a besarme y rozas todo tu cuerpo con el mío, o te paras a corregir la posición de alguna cuerda y me miras con una sonrisa, o me apartas un mechón de cabello que cae por mi cara.
Y sigues enrollando la cuerda por mi cintura, haciendo unos nudos todos iguales y me bajas el tanga quedando mi rajita  a la vista, suave, depilada. Hueles mi tanga mirándome, te acercas a mi pubis y bajas deslizando tu nariz por la línea vertical de mis labios, apenas rozándome con la punta y aspirando mi olor, ese deseo incumplido de que me acaricies más me empapa toda la zona en un segundo, incluso elevo el trasero buscando tus labios en mi sexo, al hacerlo las cuerdas que pasan a ambos lados de mi vulva se me clavan suavemente acariciando mi piel y excitándome más.
  No paras hasta que parezco una momia de cuerda, tu laborioso trabajo termina con sendos nudos en mis tobillos, estoy casi inmovilizada, vendida a ti, totalmente subyugada, sometida a tus deseos y me encanta...
  Quiero ser tu sierva, y que me domines, y que hagas lo que prefieras conmigo, te lo digo así tal cual y me dices, abre la boca y te bajas los calzoncillos y entonces la veo por primera vez, deseo lamerla y abro la boca todavía más y te miro a los ojos y saco la lengua para alcanzarla, estás empalmado y a mi me parece que tienes un miembro precioso, tierno, rosado, lo veo como un animalillo imberbe que busca en mi boca un lugar en el que guarecerse, y te pones a horcajadas sobre mi cabeza y me follas la boca todo lo que te apetece, está tan dura, rígida como un palo, y me encanta verte así. La sacas y la paseas por mi lengua, o subes un poco más para dejar tu escroto a mi alcance, y te chupo los huevos, empapándolos, mi lengua no descansa, lamiendo todo lo que pones en ella. Y te separas cuando te cansas después de haber estado en el umbral un par de veces, y me dices...¡Eres fantástica!
  Me besas de nuevo y me dices, la meteré sólo una vez, y te coges el miembro y me penetras hasta el fondo, que bueno notarte dentro, lo deseaba tanto y lo sacas para seguir chupándome todo el cuerpo, nooooo te digo, ahora mismo si tuviera manos te cogería de los hombros para acercarte a mi y que volvieses a penetrarme, poséeme te digo, penétrame, está bien dices, sólo una vez más y vuelves a repetir la jugada y me dejas de nuevo con las ganas. Finalmente accedes a complacerme y me penetras suavemente para poco a poco ir incrementando la velocidad y la fuerza de las embestidas y paras un segundo y noto tu polla dura como el granito dentro de mi y entonces empiezas otra vez despacio, te miro a los ojos, la posición de tu boca es la del que está a punto de soltar un aullido, tengo la espalda arqueada y has pasado un brazo por debajo, y sigues penetrándome, empujando hondo a la vez que me miras y sabes que yo también estoy ahí, casi en el limbo, aceleras un poco el ritmo y vuelves aflojar esperándome, dos o tres movimientos suaves más notando tu excitación dentro de mi y te digo, no puedo más....me voy, voy contigo me dices y al instante llegan nuestros orgasmos sacudiendo los cuerpos mientras me abrazas y aprietas mi cuerpo encordado contra el tuyo, delirante placer, yo también quisiera abrazarte.........

  Pasados cinco minutos, ambos con los ojos cerrados y la respiración aún entrecortada, me dices que te has quedado con las ganas de comerte mi coñito y que eso no puede ser, está muy sensible ahora te digo y me dices que no me preocupe que ya lo sabes, así que empiezas muy delicadamente, al principio ni me tocas solo deslizas los dedos por las cuerdas, notando yo una débil presión, pero el sexo está en la cabeza y estoy imaginando tu lengua en mi clítoris y me he vuelto a excitar, me haces un cunnilingus de maestro, eres diestro con tu lengua, consigues en poco rato mi segundo orgasmo, me desatas todo el cuerpo, conservo algunas marcas en mi piel, al final nos quedamos dormidos, es casi madrugada, te doy la espalda y me haces la sillita, envolviendo mi cuerpo con el tuyo, cuando estoy casi dormida, noto tu miembro duro en mi culo y yo misma te cojo la polla y me penetro, buff dices, como me tienes otra vez, y me follas así mismo cogiéndome por la cintura y me das fuerte mientras me abro y acudo al encuentro de cada embestida, cuando te corres me giro a besarte y te digo que tenías razón que ha sido una noche maravillosa.





miércoles, 10 de octubre de 2012

Caza Mayor

(Antes de dejaros este relato quería pedir disculpas por haber tenido este, mi sitio, un poco abandonado, pero han ocurrido cambios importantes en mi vida que he vivido con mucha tensión sin poder concentrarme a escribir, ya estoy mejor y aquí estoy de nuevo para llevaros al Nirvana un ratito, espero que Uds. lo disfruten.)


  Quedan pocos días de vacaciones, hace mucho calor, un calor asfixiante, han estado por la mañana en la nudista y han vuelto excitados, Juan se levanta de la siesta y Andrea está en el ordenador, de caza, como dice ella mostrando su faceta más viciosa.

  _¿Qué cariño algo interesante?_ Le dice Juan bostezando.
  _Estoy hablando con Marcos el superdotado con el que hicimos ciber el otro día._ Le responde.

  Andrea tecleó la invitación por segunda vez, mientras se quitaba con las pinzas un pelo travieso del entrecejo y pensando que si ahora no se decidía buscarían a otro.

Parfumeta: Así qué tremendo. ¿Te animas?

Miura74: De acuerdo, me afeito, me ducho y salgo, dadme un móvil por si me pierdo.

  En cuanto leyó que venía, Andrea cedió el asiento a Juan para que concretaran y se metió en la ducha, tenía que rasurarse la almejita, ducharse y maquillarse. Hacía varios días que hablaban con Marcos, a Andrea le parecía que estaba buenísimo pero por una cosa o por otra aún no habían tenido la oportunidad de quedar, habían practicado cibersexo con la web cam, tenía un portentoso miembro, sólo superado por el corredor de bolsa que invitaron en enero y con el que no podían volver a quedar pues habían perdido el teléfono, de Marcos le atraía también su simpatía, su gentileza, sus modales, era educado y atento al menos por el chat y aunque quedaban para follar y estas eran cualidades secundarias, les gustaba tener una conversación amena entre polvo y polvo y con Marcos parecía que iba a ser así.

  A veces se conectaban y antes de preguntarles ni el nombre les lanzaban la pregunta. ¿Queréis follar?, ya les parecía bien ir al grano y no perder el tiempo, pero siempre respondían lo mismo. ¿De donde eres?, buscaban sexo real y tirarse media hora hablando con alguien que estuviera a más de media hora de distancia les parecía un calentón innecesario, el tema distancia era básico, si no lo decían o si vivía muy lejos cortaban la comunicación de inmediato y seguían su frenética localización de cercana carne fresca.

  Marcos vivía a cuarenta kilómetros y Andrea llevaba varios días suspirando por llevarse a la boca el exquisito manjar que tenía entre las piernas.

  Cuando llegó, Andrea todavía estaba en la ducha, Juan le recibió y le invitó a una copa y a un canuto mientras la esperaban, comenzaron a charlar animadamente de fútbol, del tiempo y de otros temas mundanos. Al rato Juan se dirigió a la ducha, abrió las cortinas y le dijo a Andrea.

  _Que cabrona hoy has triunfado ¡eh!.
  _¿Está bueno verdad?- Le preguntó ella.
  _Sabes que no entiendo de tíos_Le respondió Juan, pero creo que es tu tipo, te va a encantar._Añadió ilusionado.

  Al aparecer ella en el salón, Marcos se levantó de un salto del sofá para saludarla y se le escapó una exclamación, un ohhh, que se tradujo en la cabeza de Andrea como que estaba impresionado, ella se sintió halagada, se besaron educadamente en las mejillas, cruzaron la mirada y... rayos cósmicos de vívida energía chisporrotearon en el aire.

  Andrea se sentó en medio de los dos, se había puesto una faldita blanca cortita, como de tenista y sin nada debajo, pues había dudado tanto que tanga ponerse que se decidió por ninguno, le gustaba comprarse tangas divertidos, no había tenido nunca tanta ropa interior y tan variada como ahora, tenía uno con el dibujo de una flecha señalando hacia abajo que ponía siga la flecha, otro que ataba con lacitos rojos en la cadera y que era muy práctico porque no había que sacarlo por debajo, bastaba con desatar las cintas. También tenía otro con una cremallera que conincidía con el lugar prohibido y otro con el toro de Osborne que le pareció apropiado pues el nick de Marcos era Miura74, pero después de probárselo se arrepintió y prefirió ir a pelo. Se había puesto una camiseta cortita y muy ajustada dejando al aire su liso vientre y el piercing del ombligo, Juan se había duchado en el aseo y llevaba unas bermudas caqui y su velludo pecho al descubierto y Marcos se había presentado con unos tejanos y una camiseta ceñida de color azul lavanda sin mangas, dejando a la vista sus torneados hombros.
  Juan se levantó del sofá y buscó en el ordenador música relajante, cuando se giró satisfecho de su elección Andrea y Marcos ya se estaban besando acaloradamente en el sofá.
  Andrea acarició su entrepierna y se asombró, no sólo por la dureza del miembro sino por su tamaño, estiró la otra mano hacia Juan que ya se había acomodado al otro lado tocando también su bragueta, que diferencia de paquetes, y como le pasaba siempre la imagen mental de una colosal polla penetrándola la hizo mojarse, cuando la mano de Marcos se deslizó por debajo de la falda y con los dedos desplegó delicadamente sus labios genitales exclamó:
  _Ummmm... que bueno depiladito, ¡Que ganas te tenía!

  Andrea tiró de su camiseta y se quedó unos segundos observando su torso desnudo, lanzándose ágilmente a uno de sus pezones que le decía, cómeme. Mientras ella lo chupaba Juan la desnudó y empezó a tocarla y a apretarle las nalgas, Andrea tenía prisa, en el sexo no le gustaba acelerarse, pero desde que había pasado su mano por el bulto del pantalón del invitado tenía urgencia por probarla, por introducirse su verga en la boca, en el coño, en el culo, en todas las cavidades de su cuerpo, se preguntó si le cabría y recordó al maestro de finanzas que sólo pudo penetrarla después de excitarla mucho y de como se corrió casi instantáneamente nada más metérsela.

  Marcos excitado le mordisqueó un pezón, se amorró allí, lo lamió lo succionó, lo apretó y luego pasó al otro, dedicando una eternidad a cada aureola hasta que metamorfosearon en dos enhiestas cumbres.
  _¿Te gustan mis tetas?_Le preguntó Andrea cogiéndolas y juntándolas con sus manos.
  _Son muy receptivas, encantadoras._Dijo él.

  Marcos pensó que eran unos pechos preciosos, medianos, redondos, bien formados y bien puestos, como colofón a tan bella obra de arte un pezón oscuro, pequeño y duro, los de Roser, su novia, eran más grandes, pero no eran tan bonitos.

  _Un momento_Dijo Andrea_ Se me ha olvidado el chupapollitas.
  _¿Cómo?, ¿El chupapollitas?_ Dijo Marcos sin saber a que se refería, pero gustándole el nombre del supuesto artilugio.

  Andrea se levantó ágilmente, en cueros y se dirigió a su cuarto, Marcos la miró mientras caminaba, se le escapó otra exclamación de sorpresa al verla de pié desnuda y es que los hombres son muy visuales, Marcos la deseaba, desde que la vió el primer día con la cámara, le gustaba su cuerpo por supuesto, pero sobretodo quería complacerla, su mirada seductora, su expresión de vicio, le volvían loco, pensó que la pareja debía tener experiencia y quería estar a la altura.

  Andrea regresó con una cinta para recogerse el cabello, llevaba media melena y cuando se ponía a chupar el pelo se le metía en la cara entre la boca y el miembro. Marcos se partía de risa con el ocurrente nombre.

  Se la colocó en la cabeza y ahora si se disponía a desenvolver su regalo, ella hizo un intento de bajarle los pantalones, a lo que Marcos se incorporó un poco para colaborar, llevaba un boxer negro, ajustado, el miembro excitado estiraba y deformaba el dibujo tejido de los calzoncillos, se acercó, deslizó sus labios por encima apenas rozándole de arriba a abajo por aquel abultamiento, aspiró su olor, a jabón, a recién duchado, se los bajó sólo un poco sin quitárselos, y los ancló debajo de sus testículos, el proyectil, mejor, el obús, emergió ante sus ojos, descomunal, hercúleo, más ancho en la base pero grueso todo él, estaba totalmente desenvainado, violáceo, duro, le apeteció mucho lamerlo, satisfacerlo, se separó un poco, como si el tamaño de lo que tenía delante le impidiera a esa distancia enfocar bien, se había rasurado, Andrea le había preguntado días atrás si se rasuraba, y él le dijo que no, ella le comentó que le gustaban más sin pelo, no me gustan los pelos en la comida le había dicho literalmente, y Marcos había tecleado una carcajada en el ordenador.

  Se había rasurado para ella, Andrea estaba complacida con aquél gesto, aunque su cabeza estaba en otro sitio, estaba maravillada, deslumbrada, tomó el exuberante cipote en sus manos, colocando una encima de la otra y su glande sobrecogedor sobresalía por encima como la almena de un castillo, le miró con sus grandes ojos, diciéndole con su mirada como sólo ella sabía hacer...prepárate tío. Miró a Juan señalando con su ojos lo que tenía entre entre las manos, Juan sonreía con gesto de aprobación y disfrutaba con la expresión manifiesta de gozo de su pareja. Andrea cogió un cojín del sofá, lo echó al suelo y se arrodilló ante él, le obsequió con una pasada de su lengua desde la suave, tersa y desnuda piel de su escroto hasta el mismísimo agujerito en la cima del glande, unas gotitas transparentes, heraldo del ansiado néctar hicieron su aparición estelar, saboreó el jugo, incitante, provocador y deseó más, deseó que esa polla se deshiciera en su boca.

  Juan bajó también del sofá colocándose al lado de Andrea y le metió su mano entre las piernas, con la otra mano blandía su espada. Ella cogió un miembro en cada mano, la de Juan casi podía rodearla entre el índice y el pulgar, y si apretaba un poco podía juntar las yemas de sus dedos, la de Marcos no, eso era impensable, a simple vista ya se notaba una gran diferencia entre una y otra, pero así con una en cada mano, era abrumador.

  Lo lamió con destreza, Marcos estiraba la cabeza hacia atrás con los ojos dislocados, ella lamió todos los ángulos y pliegues, sus testículos que se los metía por completo en la boca, su entrepierna, sus ingles y el inmenso falo, lo sujetaba firmemente con una mano y lo empapaba, un rítmico entrar y salir de su boca, hasta adentro, hasta lo más profundo de su garganta, a veces incluso le venía alguna arcada cuando la punta del glande le tocaba la campanilla tras el paladar, intentaba no rozarle con los dientes, era casi misión imposible y menos ahora que apretaba la mano con fuerza y su miembro estaba a punto de estallar.
  Andrea le colocó experta el preservativo y se subió encima de él para cabalgarlo, el roce de su glande en el umbral de su sexo aumentó su deseo, esta era para ella la mejor parte de la tarde, lo sabía y se concentró en disfrutar cada segundo, empujó hasta engullirla del todo mientras buscaba sus besos ardientes, miró a Juan, porque él disfrutaba viéndole la cara, estaba en su posición favorita, sentado en una esquina del sofá miembro en mano mirándoles, cuando sus ojos se encontraron Juan se incorporó rapidamente para cogerle un pecho con la mano libre y acariciárselo. Cuando al fin se sentó sobre su polla deliraba de placer, lo montó como una india salvaje, a cada embestida creyó que se iba, resistiéndose para alargar el momento, era demasiado, Marcos le mordió el cuello un segundo antes de que el penetrante orgasmo invadiera todo su ser transportándola a la cuarta dimensión de los sentidos.
  Andrea calló inerte sobre Marcos, con la nariz en su cuello, no quería moverse, quería perderse en los matices de su perfume, en la suavidad de su piel, en el tono seductor de su voz. Juan se molestó un poco, él siempre decía que no era celoso, pero Andrea siempre se separaba del chico tras el orgasmo, como si tuviera un muelle en el culo para ir corriendo a sentarse a su lado, Juan tiró de su brazo para arrancarla de encima del invitado, la acercó a su boca y le dio un fogoso beso, mordiéndole los labios en lo que a Andrea le pareció un arrebato de celos.

  Repitieron varias veces esa tarde, sorprendiéndose Marcos de que Andrea fuera tan activa y viciosa.
  _Mi novia es de las que siempre tiene dolor de cabeza cuando voy cachondo, cuando al fin la excito se convierte en una tigresa, pero nunca he conseguido follármela dos veces seguidas_ Comentó Marcos.
  _Andrea nunca tiene suficiente_ Dijo Juan.

  Y los ojos de Marcos brillaron de emoción, pensando en lo que daría porque Roser, su novia, fuese así.

  Cuando él se fue, Andrea estaba extasiada en el sofá con la mirada perdida....

  _¿Te has corrido con él?_ Le preguntó Juan, consciente de que ella muchas veces fingía el orgasmo si veía que el acto sexual se prolongaba demasiado y no era capaz de llegar.
  Ella está en su nube, flotando, todos sus sentidos saciados de él, ha sido maravilloso, acaba de salir por la puerta y ya está pensando cuando tendrá la oportunidad de volver a empaparse de él. Juan le está hablando, pero ella no oye nada, insiste, sale del sopor, por fin un poco de claridad en su cerebro y oye a Juan decir:
  _¿Te has corrido?
  _Si, si me he corrido_Le contestó.
  _¿Te lo has pasado bien?_ Le volvió a preguntar.
  _Yo genial y tú.
  _Yo también veía el deseo en tu cara y....Juan tuvo una erección y Andrea se lanzó sobre su miembro, y así con otro polvo magistral acabaron aquella noche.
  Juan quiere saber, lo que más le excita es oírla hablar de sexo, de pollas, le encanta verla con otro, verla disfrutar, gozar, vivir, le gusta mirar su cara de placer mientras la penetran, se masturba mirando la posición de sus labios, la conoce y sabe que cuando arruga el morrito y deja escapar una especie de sonrisa angelical.....él sabe que está llegando y muchas veces se corre a la vez o segundos después de que las señales del orgasmo llenen la cara de Andrea, de dicha, de gloria, de amor.