Ha sido un día tranquilo, pero dentro de mi arde Troya, y como siempre que estoy así me apetece escribir, porque escribir es como ser minero de uno mismo... En la primera fase, la de prospección busco en mi interior que contaros y sólo encuentro fuego, calor y llamas.
Encuentro... un deseo indómito, que me subyuga, que me rinde a sus pies, y sólo me libero de él, obedeciéndole...
Cariñosamente le llamo La Bestia, siempre me controló ella a mí, a ratos se enciende y me quema por dentro como ampollas en la piel, y a partir de ese momento mi cuerpo es una marioneta, ella hace y deshace, ella me maquilla, me viste de pecadora y dibuja esa sonrisa traviesa en mi cara, pero no soy yo, es la bestia, yo sólo soy su pelele, un monigote que maneja a su antojo con destreza.
La bestia me habita, me posee, me invita a buscar unas manos en mis pechos, me invita a provocar, a seducir, a sentir...
La única manera de aplacar a la bestia es otorgándole un orgasmo tras otro, y otro más, al tercero la bestia se calma, cual corderito se repliega bajo mi falda, y vuelvo a ser yo, y ya no estoy enfadada con el mundo, y ya nada corre prisa, me desborda la paz y miro las estrellas y la luna, y respiro hondo con los ojos cerrados mientras atraigo a mi memoria los momentos más deseados, y por un segundo la bestia gruñe de nuevo dormitando..
Pero está domada...
Por ahora...
Genial el relato, quien pudiera ser esa bestia muy bueno
ResponderEliminarPero no lo entiendo, y la bestia esa dónde se mete luego? debajo de la cama o en el armario? y que es como un animal mitológico de esos? no te da miedo? En fin Abendua ten cuidado
ResponderEliminarLa Bestia es mi cara oculta, tengo dos caras como la luna, de hecho creo que todos las tenemos, no, no me asusta al contrario la disfruto, gracias por preocuparte pero sobre todo por leerme y dedicar unos minutos a comentar.
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